Hoy me ha venido a la mente un recuerdo. Con esto de la Navidad, he recordado el sabor de una cosa que solo los niños de mi generación y alguna anterior conocemos: los cigarrillos de chocolate. Aquellos paquetes que eran casi igual a los de un paquete de tabaco de verdad y te hacían sentir importante cuando después de una comida o cena navideña abrías el paquete y te "fumabas" uno. Además de que estaban riquísimos era una forma de entretenimiento. -¿Cuál fumas tú? Preguntaban algunos. Tú les decías, orgulloso de sentirte mayor, la marca de tu cigarrillo mientras lo devorabas a la velocidad de la luz.
Como tantas cosas de aquellos años 80-90 esto, hoy, está prohibido para los niños. No me extrañaría y lo vería hasta como un acto de buena fe y de concienciación por parte del legislador el intento de que se eduque a los niños en un mundo libre de humos y de vicios que puedan resultarles nocivos. Mi opinión es bien distinta al respecto, no creo que ningún adulto de los que hoy fuman lo haga como consecuencia de comer cigarrillos de chocolate en su infancia. Creo también que cualquier persona con un mínimo de sentido común lo vería así. Pero, aquí viene mi preocupación. No se permiten los cigarrillos de chocolate para los niños pero sí se permiten las botellas de "champán" sin alcohol. Las encontramos allá donde vayamos.
Es decir, debemos educar a nuestros hijos en que comer cigarrillos de chocolate es malo porque el tabaco lo es y no debemos empujarles al precipicio de la mala vida pero sí debemos permitirles que hagan amago de estar bebiendo champán como los adultos. Es decir, hay que incitar al alcohol, al tabaco no, que perjudica seriamente la salud.
¿Alguna explicación coherente? Gracias mil.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
GRANADA
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Una vestida de verde,
otra de malva, y la otra,
un corselete escocés
con cintas hasta la cola.
Las que van delante, garzas
la que va detrás, paloma,
abren por las alamedas
muselinas misteriosas.
¡Ay, qué oscura está la Alhambra!
¿Adónde irán las manolas
mientras sufren en la umbría
el surtidor y la rosa?
¿Qué galanes las esperan?
¿Bajo qué mirto reposan?
¿Qué manos roban perfumes
a sus dos flores redondas?
Nadie va con ellas, nadie;
dos garzas y una paloma.
Pero en el mundo hay galanes
que se tapan con las hojas.
La catedral ha dejado
bronces que la brisa toma;
El Genil duerme a sus bueyes
y el Dauro a sus mariposas.
La noche viene cargada
con sus colinas de sombra;
una enseña los zapatos
entre volantes de blonda;
la mayor abre sus ojos
y la menor los entorna.
¿Quién serán aquellas tres
de alto pecho y larga cola?
¿Por qué agitan los pañuelos?
¿Adónde irán a estas horas?
Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Nada mejor para estrenar el blog que una poesía de García Lorca dedicada a su ciudad (que también es la mía) en el aniversario de su muerte.
jueves, 16 de agosto de 2012
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